lunes, 23 de abril de 2018

Tarde de Morado y Oro


Tarde de Jueves Santo en Zamora, llegamos puntualmente a la cita. La plaza de Sta María la nueva estaba ya atestada de gente, hermanos de cofradía, integrantes de las bandas de música, zamoranos, otros muchos llegados en días anteriores de muy diversos puntos de nuestra geografía e incluso turistas llegados de otros países, quizás atraídos por la popularidad de nuestra Semana Santa, grande donde las haya, con solera y una tradición profundamente arraigada fruto de una herencia apasionada que se remonta muchas generaciones atrás … todos bajo un cielo limpio y envueltos de morado y oro, esperando a que la banda haga sonar los tambores, el barandales repique sus esquilas y se abra la puerta del museo para ver como se levanta la Santa Cruz y echa andar la procesión.

Tarde de Jueves Santo en Zamora, tarde de Vera Cruz, bullicio de gente por doquier, de la más profunda tradición y devoción zamorana, de merienda acompañada de empanada, aceitada y la típica almendra garrapiñada. Multitud de niños clavando sus inocentes ojos en Jesús rezando entre los olivos, en su cara de preocupación cuándo le prenden, dolor mientras le azotan y en su gesto de resignación tras la Sentencia. Es tarde de inicio de Pasión, tarde de morado y oro, de morado Nazareno y dorado en la vara.

 
Este año ha sido muy especial, se cumplieron veintiséis  años desde que salí por primera vez acompañando a la Santa Cruz, paso insignia de la cofradía, y ya que el año anterior no pude procesionar y celebrarlo como la ocasión merecía, que mejor manera que hacerlo este año acompañado en la fila de mis dos hijos que han procesionado por primera vez a mi lado. Siempre será un año para recordar, ojos llenos de ilusión vistiendo orgullosos su nueva túnica, el pisar acompañando La Coronación por esas viejas calles empedradas, la entrada a la Catedral, la estación para la merienda y la vuelta sosegada ya de oscurecida por la Rúa. Recuerdos que me vienen a la cabeza de tiempos pasados en los que yo era el niño y soñaba con poder experimentar todas esas sensaciones algún Jueves Santo vestido de terciopelo morado.

Jueves Santo es y será siempre sinónimo de Vera Cruz, de inicio de Pasión y de dos días en los que la gente vive en la calle, reza en la calle. Tarde de reencuentros para muchos, de recuerdos y de multitud de niños acompañando entre el público la procesión … seguro que muchos de ellos, soñando como yo lo hacía acompañado de mis abuelos y tíos cuándo era un crío. Recuerdos, tradición y devoción, que no puede ni debe faltar. Devoción por una Cruz que camina lento y nos une a todos al son de la música, mientras suena El dolor de una madre, La Cruz o Mektub.

Tarde de Jueves Santo, de Vera Cruz, de pasión Zamorana, de la sencillez de nuestro Ecce Homo, el sufrimiento del Nazareno... al fin de al cabo, de morado y oro.


Texto y foto: Guillermo Merino

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