sábado, 27 de abril de 2019

¿Estamos? 1, 2… y 3

Después de mucho esperar llegó ese día que tanto ansiaba, 6 de abril, día de imposición de medallones y del traslado de las andas hasta la catedral. Ambas cosas en apenas dos horas. Justo una semana después, ya iniciada la Semana Santa le volvía a poner sobre mis hombros a él, al Jesús de Luz y Vida, por segundo año y primero ya como hermano de la cofradía.

Una vez terminada la procesión del Espíritu Santo y ya en casa cuento las horas para el que posiblemente sea uno de los días más felices de mi vida. Despierto y mis nervios están a flor de piel, avanzado un poco más el día, después de comer me pongo a ver varios videos de la procesión para calentar motores como quien dice. Los minutos pasan muy lentos en momentos así.

Es el momento, hora de partir rumbo a la plaza de la Catedral, lugar de reunión y previa merienda de cargadores, mis compañeros, mis amigos…. mis hermanos. Daniel, el jefe de paso, va pasando lista a la vez que nos colocamos por tallas; “Dos hombros, por favor” pensaba para mí mismo…. Y así fue, prácticamente mismo lugar que el pasado año en el que me estrenaba como cargador, fila interior izquierda en el medio. “Vamos entrando” dice Daniel. Miramos el cielo, parece que hoy nos respeta y la lluvia no hará acto de presencia. Entramos a la catedral por detrás y nada más cruzar la puerta me lo encuentro a él, al Jesús, sonrío.


Llegó la hora, los nervios siguen recorriendo mi cuerpo aunque no tanto como el año pasado que me temblaban las piernas. Foto previa de cargadores, nos colocamos en nuestra posición y… “¿Estamos? Una, dos…y tres. Avanzamos sin bailar”. Suenan los tambores, nuestro camino se inicia, nuestro día, pero también el de los que ya no están, a disfrutarlo.

Puerta del obispo, noto como a nuestro paso el silencio se va haciendo en sí. Nadie se atreve a romper ese silencio, tan solo el jefe de paso, “A la de tres al brazo, bajamos con cuidado y avanzamos”. Es un tramo duro, para mí de los peores ya que tienes que caminar agachado con el peso sobre tus brazos y a pasito corto pero finalmente logramos pasar el arco sin incidencias. Luego ya llega esa bajada con alguna que otra curva….. esa interminable bajada más bien diría yo, pero al final nos toca el momento del fondo más que merecido. Ya en la Avenida de Vigo el puente nos espera, tan solo para recibirnos a nosotros, uno de mis momentos favoritos, solamente estamos nosotros, con el paso, sin público, un momento íntimo, es bonito contemplar el paisaje desde aquí. La luz la llevamos nosotros a hombros y la vida a ambos lados del puente, con la naturaleza.

Ya la vuelta, en el atrio, a pocos metros de la puerta nos detenemos, este baile es para ti Daniel, es una pena tu retirada pero ha sido un enorme placer y un honor haber seguido tus órdenes. Nos despedimos abrazándonos por penúltima vez, la última será el sábado santo en la vigilia pascual. Y ahora sí, cerramos la panera una vez trasladadas las andas y nos abrazamos por última vez donde alguna lagrimilla hace acto de presencia, se terminó. Fue un honor compañeros. Nos volveremos a ver.

Gracias por llenarme de luz y de vida.

Texto: Víctor Garrido
Foto: Alba Prieto

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