Desde que nací me llamaste a tu lado, en los primeros pasos como Cofrade acompañe tu semblante, en mi niñez me enamoré del “pilluelo de los Clavos”, bajo mi juventud crecí bajo tu mirada, en mi adulta primavera me formaré bajo tus banzos…..
Que has hecho conmigo, Jesús de “La Caída”; nunca me imaginé bajo tus banzos, nunca…. Y sin embargo siempre fuiste Tú, que en mi edad temprana ya desfilaba desde las 5 de la madrugada y siempre intentaba hacerlo a tu lado. <<vamos Papá, que podamos ir entre “La Caída” y “La Verónica”>>.
Fuiste desde mi infancia mi paso preferido, mi Nazareno por devoción. Con ese “Niño tan bello que portaba la cesta con los clavos, martillo en mano” que enamoró mi alma.
Tuve la gran suerte, que nunca lo fue, pues tu quisiste que el pasado año, mis hombros llevasen medio recorrido tu peso. Un esfuerzo que enamoró mi corazón hasta lugares insopechados, pues ya no puedo vivir sin saber lo fue, y como un regalo enviado por ti, desde el cielo, me dejaste de nuevo, este año con carga completa, volver bajo tus banzos para aliviar tu dolor, bajo tu mirada, tierna de cariño y devoción.
Pude escuchar bajo tu semblante “Perdónalos” y llevarte bajo paso firme con la marcha de “Thalberg”. Subiendo hacia el calvario del las Tres Cruces, que antaño se encontraba extramuros de la Ciudad.
He visto reflejado en tu rostro, la hermosa frase que nos dejaste en “La Pasión”….. <<Ves Madre, Yo hago nuevas todas las cosas>>, y es que en tu Caída has prendido una llama en mi Corazón y en la de mi familia, que en cada esfuerzo bajo los banzos, hacía nuevo un sentimiento que crecía en mi interior.
Solo puedo decirte, Jesús de “La Caída”, gracias por disponer que fuesen mis hombros los que en parte también soportasen el peso de Tu Cruz, pues cual Cireneo me siento, afortunado de ser hoy y para siempre, un pedacito mas de la madera de tu mesa, parte del esfuerzo de tus hermanos de Paso y fiel servidor bajo tu manto.
Texto y foto: Juan Manuel Bragado
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