domingo, 29 de abril de 2018

La Virgen de San Juan y de Zamora

Llega por fin la tarde del Sábado Santo y como cientos de personas, me puse a guardar sitio en la puerta de la Iglesia de San Juan, mirando con cierto miedo al cielo y rogando que no pasase como la víspera y por fin no lloviera y siguiera nuestra Semana Santa adelante con sus recorridos procesionales.

La Plaza Mayor era un hervidero de gente y sobresalía sobre todo el color negro de las capas de las hermanas que iban cogiendo sitio para salir.

Al fin llega la hora, se colocan todos en su sitio y sacan a la Virgen situándola entre la Policía Municipal con su uniforme de gala y al son del himno.

Una vez fuera, subida a la mesa y se afianza la imagen ante la mirada de miles de ojos, la mayoría inmortalizando el momento con sus cámaras y al fin avanza la imagen al son de la Salve interpretada magníficamente por una Banda.


Una vez vista la salida una rápida carrera para ver la procesión ya formada y de vuelta a la Iglesia, el sitio escogido fue la calle de San Torcuato.

Una vez colocado en primera fila, se ve a lo lejos venir las luces de las velas, aunque como siempre en la Plaza de Alemania hace estragos y muchas se apagaron y se tuvieron que encender de nuevo.

Este año vi la procesión muy organizada, pero las cuatro filas, dos a cada lado hacían que debido a la proximidad, invitaba al dialogo entre ellas, sobre todo en los fondos.

Me llamó la atención la gran cantidad de madres y abuelas iniciando a sus nietas en la Semana Santa y transmitiendo  su devoción a la Virgen de Zamora. Me parece que es la mejor manera de que esa generación siga adelante con la Virgen, con lo cual quiero dar un toque a muchas de nuestras procesiones y sus listas de espera.

Una vez dicho mi punto de vista, me saca de mis pensamientos la marcha de Thalberg y el corazón me dice que ya llega ella, con sus lágrimas en las mejillas, sin saber que a la mañana siguiente a pocos metros se va a encontrar con su Hijo resucitado.

Al seguir a la procesión hasta la Plaza Mayor para escuchar (no cantar para que pueda salir el Resucitado) la Salve, con las piernas doloridas, voy pensando que otra Semana Santa más a la espalda y lo que queda para otra.



Texto y vídeo: José María Álvarez
Foto: Óscar Antón

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