martes, 28 de abril de 2020

Tradición, Sencillez y Fe

Son las 0:00 de la noche del Miércoles Santo y no estoy en la calle, ni siquiera en Zamora. No estoy cansado, no me duelen los pies ni de estar en la acera, ni de los zapatos por salir en procesión. No nos hemos reunido a comer los socios de Luz Penitente como cada año. No miro al cielo ni la aplicación del móvil buscando las previsiones del tiempo. No miro el reloj mientras pienso las pocas horas que voy a dormir después de ver Las Capas para mañana temprano ir hasta Cabañales.
Estoy en el sofá de mi casa, viendo videos en internet, evocando Semanas de Pasión del pasado, anhelando tener entre mis manos un medallón o un hachón que me acerque a Zamora; añorando los sabores, olores y sonidos ligados a la Pasión, esos momentos hasta ahora insignificantes de preparar la túnica, el caperuz, limpiar los zapatos… esas sensaciones, esa Semana Santa.


Este año nadie está en la acera esperando ver pasar al Cristo del Amparo ante sus ojos. No, este año no veremos el Pendón que abre el desfile de la Penitente Hermandad bajando por la Puerta del Obispo, ni escucharemos el sonido de las matracas llamando a guardar silencio. O el toque de fondo de las campanas de Olivares. No se escucha el bombardino ni el chirriar oxidado de los faroles…
La tradición, la sencillez y la fe no están en las calles y las capas alistanas se han quedado en los arcones y armarios de los hermanos, ¿acaso existe mayor Penitencia? Hoy el Duero no ha visto el sentir de Zamora ante la imagen de Cristo Crucificado. Ese Cristo sencillo, clavado en su cruz, con la paz y el perdón marcado en el rostro. La Rúa no ha rezado el Vía Crucis, ni Olivares cantado el Miserere Alistano.
No, ninguno estamos en las calles, pero este año sí que la fe y devoción están más presentes que nunca. Están presentes en el anhelo a lo que pudo ser, en la rabia por el reencuentro imposible con familiares y amigos, en los abrazos que no son, en esa videollamada que finaliza con un beso al aire, pero sobre todo, en la esperanza para que esta mala pesadilla pase cuanto antes…
¡Salud para el año que viene!

Texto: Miguel Ángel Rosón
Foto: Verónica Viñuela

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