sábado, 25 de abril de 2020

Lo que pudo ser y fue

El Nazareno de San Frontis regresaría a su barrio acompañado por la Virgen de la Esperanza en unos días Santos muy especiales.

La Avenida del Nazareno de San Frontis se ha transformado en una senda del dolor hacia la Cruz con el paso del Nazareno y el rezo del Vía Crucis como todos esos hermanos y hermanas que combatían la dichosa enfermedad en cientos de hospitales y centros sanitarios a lo largo y ancho del Mundo.


Partiría el desfile procesional a las 20.15 horas de la Catedral para devolver al Jesús a su templo sanfrontino seguido por su Madre, la Virgen de la Esperanza. Hombres, mujeres y niños, integrarían las hileras de cofrades hermanados bajo el caperuz. La Banda de Tambores y Cornetas de la Cofradía y las campanas del Barandales,lanzarían al aire el aviso de que llegaba la procesión. Centenares de cofrades con túnica blanca y caperuz morado saldrían de la Catedral acompañando al Nazareno de San Frontis y a su Madre, seguidos de las Bandas de Zamora y de la de Nacor Blanco, que interpretarían a la salida las marchas compuestas para ambas imágenes por  Carlos Cerveró.

El Nazareno, regresaría a su casa, al otro lado del Duero, a hombros de sus hermanos de paso, con flores rojas y moradas a sus pies. La Virgen, por su parte, adornada con flores blancas se quedaría en el convento de Cabañales, de donde saldría en la mañana del Jueves Santo para retornar a la Catedral acompañada por miles de mujeres. Su paso corto y elegante, su manto sembrado de estrellas dejaban el verde rastro de la esperanza en las calles de una ciudad que siempre espera. Esa Esperanza que anhelamos ahora más que nunca para volver a la normalidad y poder curar miles de corazones rotos.Por delante  del paso de las imágenes, las catorce estaciones del Vía Crucis diseñadas por Antonio Pedrero con los paños que en su día estuvieron en la mesa de la Virgen. Cerrando la procesión, más esperanza , los más pequeños ,esa banda infantil de tambores que constituye una cantera que asegura el sonido del tambor por los años de los años. Ya en Cabañales hubiera tenido lugar la despedida entre el Nazareno y la Virgen, las imágenes se hubieran reverenciado de forma pausada y elegante para seguir cada una, ya por separado, su camino. 


A orillas del Duero resonaría  el rezo del Vía Crucis que poniendo fin a este Martes Santo zamorano, tan especial, tan melancólico y tan difícil a la vez. Muchos de los nuestros han cargado con la cruz del dolor, del miedo, de la muerte, pero han mecido los pasos, los miles de sanitarios luchando por todos ellos y ahí en las filas de nuestras casas y hogares, hemos estado los hermanos y hermanas del Vía Crucis, rezando y arropando para que este maldito virus no haga más mella.

Este ha sido mi Martes Santo particular.

Texto: Luis Fernando García
Fotos: Horacio Navas

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