miércoles, 8 de mayo de 2019

Siete Palabras

Son las diez y media de la noche. Entro en la Iglesia de la Horta y mis ojos se van directos hacia el Cristo de la Agonía o Expiración. Empieza la misa y durante ella no dejo de mirarlo en ningún momento.

Al llegar las doce de la noche las puertas de la Horta se abren, y por ella empiezan a salir los hermanos de paso del Cristo de la Agonía o Expiración. Siguen saliendo los demás hermanos de la Hermandad Penitencial de las Siete Palabras. Poco a poco se va haciendo el silencio entre los murmullos de las personas que esperan en las aceras a que la procesión comience. 


Se oye el primer golpe de un bombo: Comienza la procesión. Empiezan a salir los hermanos de hachón o de fila, y les siguen los hermanos que portan penitencias. Van poco a poco saliendo todos de la Iglesia y al filo de la madrugada, el Cristo pone rumbo a Viriato para oír una vez más sus Siete Palabras. Llega el momento en el que los hermanos de paso suben a su querido Cristo por la calle Balborraz para dar a una abarrotada Plaza Mayor. Entre calles, rúas y plazas... llegan a Viriato. Es allí, donde un año más, se oirán las Siete Palabras que Cristo dijo desde la cruz antes de morir:

“Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”.


Y diciendo esta última palabra, expira y Cristo muere. Minutos más tarde y ya con la madrugada en el cuerpo conducirán a Cristo hasta su barrio por calles, rúas y plazas hasta llegar a la puerta de Santa María de la Horta, donde Cristo ya crucificado, se despide así de sus hijos y hermanos, entrando por última vez a su querido templo, donde recibe culto todo el año.


Texto: Jonathan Rodríguez
Foto: Marta Pastor

No hay comentarios:

Publicar un comentario