lunes, 16 de abril de 2012

Delirios de Incienso y Cera (5ª Parte)

Delirio V


Martes 3 de Abril de 2012


CUANDO UNO PIERDE LA CUENTA


"San Frontis y Cabañales como destino.

La catedral hace sonar las campanas.

El corazón de Zamora se vuelve a poner en marcha.

El último son del Vexilla Regis mantuvo el cuerpo en letargo hasta este preciso momento. Es ahora, con la luz del día guiñándole un ojo a la luna, cuando los latidos vuelve a arrancarle un suspiro de vida a cada piedra, a cada devota palabra desnuda que pronuncia el Duero.

El primer latido surge de un toque de corneta, del repentino despertar de los parches de los tambores, que no cesarán de trenzar estrofas sin letra para ese romance que llevan todo un año componiendo.

Le siguen un color nazareno que desafía a las pupilas de quien lo contempla. Un morado luminoso y apagado al mismo tiempo, un morado de heridas y golpes de vida. Un intenso tira y afloja con la palidez escurridiza de la estameña blanca.



Un farol de moderna factura, una vela de trémulos y programados contoneos, una cúpula gallonada como punto culmen en su recién nacida fisionomía, y unas manos... unas manos que lo portan en dirección al Vía Crucis. Ese es el tercer latido.

El siguiente a uno le pilla desprevenido. Absorto en cofrades, en descubrir pies descalzos entre ellos, en alguna bandera y estandarte rematado en corona de espinas... el alma da un brinco cuando a lo lejos ve a un hombre deslizarse sobre el oscuro pavimento de Viriato. El hombre cargado con su sentencia, con su única acompañante y condena a cuestas. Un hombre que sostiene entre sus manos la madera que ha de verle partir de entre los vivos. El Jesús Nazareno más insigne de Zamora.

La melodía sutil de sus ojos y de la marcha que enmarca su siempre apresurado paso - al menos a la vista del que le ha estado esperando un año -, dan título al quinto latido. Jóvenes y no tan jóvenes músicos que acompañan a la imagen y ofrece sus acordes como esa red de esfuerzos y sonrisas sobre las que caminan los cargadores.

Colándose por sorpresa, el corazón vuelve a trotar con vehemencia, y de su caudalosa energía surgen catorce estaciones que le dan nombre e identidad a esta cofradía. Un hermoso recorrido por escenas de pasión, un vivo recordatorio de las luces y sombras que se harán gigantes a lo largo de la semana: una caída, una crucifixión, una muerte. Estampas abrazadas por cruces de madera que hoy parecen anónimas, pero que unas manos no olvidadas tallaron con la misma ilusión y maestría del gran artista que se sabe en segundo plano. ¡Qué importa, si los que le quieren lo saben! ¡Qué más da nombres cuando su obra silenciosa da esplendor a otras más iluminadas!



El séptimo halito de vida lo protagoniza una dama. Una mujer vestida de Esperanza y cuyas lágrimas no impiden quedarse embobado ante sus manos que miran al cielo. Madre con toques del sur que cierra el periplo de hombres que esta tarde rinden homenaje a un corazón con siete latidos.



Y como si todo pareciera encajar con exquisita maestría, siete son también las palabras que aguardan a la hora bruja para ser susurradas a los oídos de Zamora. Siente sentencias de vida. Siete sones al frío viento de penitencia que desde los barrios bajos ascienden en el pecho de mujeres y hombres.

Primero, el silencio. Que bajo el caperuz de pana rinde pleitesía a aquellas primeras jóvenes que se atrevieron a cubrir su rostro. Después, el recuerdo. La mención, por siete veces interpretada, a ese Jesús clavado. El tímido reflejo de aquel manto que cruzó el Duero apenas unas horas antes, y que se hace protagonista ahora también en cada mínimo detalle.



Fuego. De cirios y de pies desnudos. De manos enguantadas. De voces entonando una oración perfectamente acompasada. La cuarta palabra es el miedo. Esa extraña sensación que uno recoge, como regueros de cera, al verse sobresaltado por el golpe del bombo. Ese misterioso cosquilleo cuando un Hermano se para a tu lado y no aciertas a saber por qué eres incapaz de mirarle a los ojos.

Quinta es, aun presente en cada momento, el tiempo. Ese que es marcado por el repiqueteo de los hachones contra el suelo, únicamente desafiado por el golpe seco - allá en los campanarios  - de los picos de cigüeña. En la sexta palabra se consuma un verdadero milagro: expiación. Una paradoja artística que aún me mantiene en absoluto desconcierto. Una ironía cruel que hace que el momento del último aliento, sea el segundo de vida más hermoso. Un Cristo que conmueve, que apasiona, que repta a través de los sentidos y atrapa a aquel que lo ve. Surcos de sangre bañando la frente, trazos de espíritu escapándose a través de unos ojos estrellados.



Y la séptima y última está dedicada al abrazo. Al que asiste el más trasnochador allá en las puertas de la Horta, justo después del toque fúnebre de tambores. Ese que se dan unos y otros, capezuces en mano, deseándose salud para el año que viene y pensando, quizá, en lo calientes que tendrán los pies cuando lleguen a casa y la fría cuenta atrás que desde hoy se ha puesto en marcha.
Es en ese momento, cuando uno hace balance del día e intenta rememorar lo acontecido. Es cuando uno se da cuenta, entre palabras y latidos, que ya está inmerso en esta mágica Semana Santa. Y es así, intentando hacerse una idea de las veces en que la emoción y el asombro llamaron hoy a la puerta de nuestro sentir más profundo, cuando uno, definitivamente, pierde la cuenta."

Texto: Álvaro Carvajal
Fotografías cedidas por: Pablo Alfonso Pérez  y José Luís Carrera


UNA SEMANA SANTA PARA EL RECUERDO

Podría pensar que quizás ha sido una de las menos intensas y más tristes Semanas Santas de mi vida, de hecho, apenas he podido ver un par de procesiones.La lluvia siempre hacía acto de presencia en el peor momento, como si de castigo divino se tratara, para cesar justo cuando ya había sido suspendida una procesión detrás de otra.Así toda nuestra Semana de Pasión, nuestra Semana más esperada durante todo el año.Varias cofradías que vieron truncadas sus ganas de procesionar y acompañar a nuestros grupos e imágenes y otras que tuvieron que conformarse con acortar su recorrido, apremiados por las prisas ante un amenazador cielo que estaba empeñado en no dejar de llorar, es el resumen que pensando a la ligera, podía hacer de esta pasada Semana Santa.
Sin embargo, e intentando ver siempre el lado positivo de las cosas, he de confesar que quizás ha sido una Semana Santa de las más especiales y más emotivas que he vivido hasta ahora.Se que siempre permanecerá en mi recuerdo y a pesar de tanta lluvia e ilusiones rotas, ha superado en muchos aspectos otras soleadas y en las que apenas tuve que mirar al cielo.
Ha sido muy especial, si, y es que desde niño deseaba con todas mis ganas e ilusión formar parte de la cofradía de Nuestra Madre de las Angustias.Por diversos motivos personales, por una gran devoción al grupo de D. Ramón Álvarez y aunque parezca una tontería, por qué en mi casa de niño, al terminar la procesión del Santo Entierro ... parecía que ya se había terminado la Semana Santa, un sentimiento de vacío y pena recorría los rostros de mis abuelos, de mi madre y demás familia; y no, yo no quise nunca sentir ese vacío que inundaba todos los rincones de mi casa ya que para mi, la salida de Nuestra Madre de San Vicente significaba uno de los momentos más bellos y cargados de sentimiento que experimentaba en toda la Semana Santa.
Este año, por fin, he podido desfilar al lado de Nuestra Madre, he podido sentirla cerca de mi en procesión y la he podido acompañar iluminándola con mi humilde hachón, el camino que debe seguir en tan atormentado momento.A cambio, se que ella vela por mi familia, por mis seres queridos y por mi, el resto del año ... y todo esto a cambio de acompañarla durante unos momentos en su tristeza y dolor.Después de muchos años queriendo formar parte de esta cofradía, y que por diversos motivos más o menos importantes siempre he tenido que ir posponiendo el momento de ingresar en ella, he visto cumplido mi deseo de niño en un gran año, el del VI centenario de la creación de esta gran cofradía por San Vicente Ferrer.
Además tuve la gran suerte de poder estrenarme como nuevo hermano de la cofradía acompañado de varios amigos, los cuales sienten la misma devoción que yo e incluso más por nuestra querida Semana santa y por Nuestra Madre.A vosotros, ya sabéis quienes sois, muchas gracias por dejarme acompañaros en un momento tan especial para mi.


Y para terminar, siento una inmensa alegría por poder formar parte de esta gran asociación y de tener dentro de ella grandes amigos, los cuales son ante todo gente de buen corazón y entregados por hacer que nuestra Semana Santa sea un poquito mejor.He vivido a vuestro lado momentos muy bonitos y emotivos que nunca olvidaré y que hacía tiempo que no experimentaba.Muchas gracias a todos.


Texto dedicado a mi nueva y querida cofradía y a mis amigos de Luz Penitente.

Guillermo Merino Hurtado.

domingo, 15 de abril de 2012

DEL COTANERO AL ACTUAL BARANDALES

La figura del cotanero en nuestra Semana Santa se remonta con mucha seguridad a finales del siglo XVI, ya que hay documentos que constatan su participación en la cofradía de la Santa Vera Cruz allá por el año 1568.Su funciones principales eran la de recaudar cuotas, convocar a los hermanos de cofradía a las reuniones y abrir paso en la procesión.Hay datos de que ya en el siglo XVII la SVC incorpora dos cotaneros en vez de uno con una esquila ó campanilla cada uno debido al aumento de hermanos, el largo recorrido que realizaba la procesión e importancia que empieza a tomar la cofradía.
Aunque en un principio el único pago que tenía este puesto en procesión era la de no tener que pagar para ingresar en la cofradía, en siglos posteriores empiezan a cobrar un estipendio por su cargo; lo que hace que por economizar gastos; se elimine uno de los dos cotaneros para que solo quede uno y sea el encargado de tocar las dos campanillas ó esquilas, abriendo procesión.
Esta figura del cotanero mantiene esta denominación hasta el siglo XIX en que empieza a entremezclarse con otros términos como esquilillero y barandales, el actual a día de hoy, término que seguramente empezó asentarse y a desplazar el de cotanero y esquilillero a mediados del siglo XX, manteniéndose hasta día de hoy y significando unos de los emblemas más representativos y típicos de nuestra Semana Santa zamorana.
Barandales de la cofradía de Jesús del Via Crucis.Foto cedida por Guillermo Merino Hurtado.
El Barandales en Zamora, video cedido para su publicación en este Blog por Roderico, de su canal youtube PAUlatinamente81.
Entrevista a D. Alberto Villacorta (D.E.P), dentro del documental "La Pasión de Zamora" de Coria.

Te fuiste Alberto en silencio, sin hacer ruido, y te convertiste en mito
intentando tocar tus amadas esquilas hasta el último suspiro.
Dejas para el recuerdo, tus gestos, tus guiños a los niños y devoción,
y un recuerdo en nuestras almas, del sonido de tus esquilas, hecho canción.

Barandales con mayúsculas de toda una generación, serás siempre recordado,
y todos buscaremos bajo la capucha tu conocido rostro, ahora añorado.
Cuando al principio de las procesiones  al barandales se le oiga avisar,
desde el cielo todas las Semanas Santas, tus campanas volverán a sonar.

(Verso de Guillermo Merino Hurtado en homenaje a D. Alberto Villacorta)

El pasado 2 de Junio del 2011 nos dejaba para siempre D.Alberto Villacorta, el que fuera desde hace 25 años el Barandales de Zamora y todos los zamoranos.Hombre bueno de mirada limpia y sencilla, devoto y amante hasta la médula de nuestra Semana Santa.Un mito, quizás poco reconocido en vida que ahora desde el cielo, quizás junto al recordado Atilano, seguirá velando por la Semana Santa de Zamora.
Vaya para él este sencillo homenaje y que descanse en paz.

ACTA DE LA ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA CELEBRADA EL 7 DE ABRIL DEL 2012



Todos los socios tenéis ya a vuestra disposición para general conocimiento, el acta, aprobada por mayoría, de nuestra última asamblea general ordinaria celebrada el pasado sábado Santo.Podréis encontrarla en la sección enlaces del Blog o en este enlace directo.

https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=sites&srcid=ZGVmYXVsdGRvbWFpbnxzaXRpb2dpZ2lodXJ0YWRvNzR8Z3g6MTJjOTRkZjQzNWViNGMzNg&pli=1

BIENVENIDA NUEV@S SOCI@S ABRIL 2012


La asociación de cofrades y amigos por la Semana Santa de Zamora, Luz Penitente da la bienvenida a sus cinco nuevos socios:


*Luisa Primo Nieto
*José Laguno Lastra
*Víctor del Barrio Sánchez
*Elena González García
*Jennifer Sánchez Parra




En nombre de la Junta Directiva y de todos los socios, muchas gracias por vuestra colaboración y enhorabuena.

RESOLUCIÓN DEL I CONCURSO FOTO-RELATO, LUZ PENITENTE


El pásado sábado Santo, día 7 de Abril, y como acto previo a la celebración de la anual Asamblea General Ordinaria; la Junta Directiva de la asociación Luz Penitente hizo entrega de los premios a los ganadores del I concurso foto-relato de la asociación.Dos miembros de la Junta Directiva leyeron sendos relatos y presentaron las fotos asociadas a los textos ganadores, antes de proceder a la entrega de premios, los cuales consistieron en un pin de la cofradía elegida, el libro de la historia de la cofradía dela Santa Vera Cruz de Zamora de Miguel Ángel Jaramillo y José Andrés Casquero, además de la publicación de los trabajos ganadores en este Blog, sitio Web de Luz Penitente, en la actualidad.El jurado decidió proclamar dos ganadores, los cuales compartieron de esta manera el primer premio, no así los regalos, los cuales fueron entregados a los premiados en la Casa del Cofrade del Real Santo Entierro de Zamora.Los dos premiados fueron D. Juan Luis Vicente Fernández  y D. Miguel Ángel Coscarón López.


ESTRELLAS DE LA PASIÓN
Ya son muchos años desfilando, exactamente este 2012, desfilará por las calles zamoranas por 362 vez la cofradía de Jesús Nazareno, vulgarmente llamada “La Congregación”.  Casi tantas veces desfilando como días esperando esa madrugada 
mágica. Son muchos los zamoranos los que nos acercamos a las 5 de la madrugada a la iglesia de San Juan de Puerta Nueva, para, después del discurso del presidente, en silencio, oigamos ese sonido de corneta y bombo, ese Merlú que nos estremece por dentro y que da comienzo a la noche zamorana más larga, aquella en la que nadie 
duerme.Atrás dejamos el miserere de nuestros hermanos de Jesús Yacente, y,  la gente, por las calles, esperando la hora de ver a Jesús camino del Calvario ser levantado por ese puñado de zamoranos que representan a una ciudad unida en esa noche por nuestra Marcha fúnebre de Thalberg. El Cinco de Copas que da comienzo a una larga mañana en la que no faltan el aguardiente ni las sopas de ajo. Pero no solo nos representan ellos, sino también le siguen La Caída, paso muy bien bailado por los hermanos y los que hacen su singular reverencia en las Tres Cruces. Redención, obra de Benlliure, muy 
aclamado por la ciudad y que cuya imagen será siempre insuperable. Muy de cerca podemos observar el pesado de las Tres Marías acompañadas de San Juan, cuya entrada en el museo hace unos años al son de La Saeta, hacía vibrar a todo el público presente.
Jesús Nazareno continúa el calvario con su mirada triste y su rostro mostrando el cansancio que solo esa noche produce para abrir paso a la patrona del sector textil, aquella rodeada de rosas y llamada “La Niña” por la devoción que causa entre los hermanos nazarenos, La Verónica con su manto carmesí y su lienzo mostrando la cara de Jesús. Ya podemos observar a los lejos a la Virgen de Zamora, La Virgen de la Soledad, pero sin antes poder difrutar de tallas renombrables y admiradas. Primero, La Desnudez, esa talla sobria, cuyos hermanos de paso alzan orgullosos. Allá viene La 
Crucifixión, talla de nuestro Ramón Álvarez, que recorre desde 1880 las calles zamoranas, y, que el pasado año, representó  en las jornadas de la juventud ante el Papa, la X estación por las calles de Madrid. Un momento único e irrepetible que celebraron los allí presentes como si de una madrugada de Viernes Santo se tratara. Y es por ello, que siento más orgullo al decir que mi ojo fue plasmado, aunque no se atribuyera tal mérito.Llegando al final, observamos a ese grupo escultórico único, La Elevación, siempre acompañado por esa gran banda valenciana que toca y siente la música como si de propios zamoranos se tratase. Aquel que, tirado por un tuerto, da paso a La Agoníade Jesucristo en la cruz. Retablo de nuestra sede hasta que, en el S. XIX, se unió al desfile, un paso no demasiado valorado por el público, pero que muestra los últimos momento de Jesús Nazareno con vida.Cerrando el desfile, nos encontramos a nuestra Virgen, La Virgen de la Soledad, con su manto de gala cierra la procesión más numerosa de la Semana Santa de Zamora. Dejando ir al resto de obras que la acompañan, y, cuyas reverencias ha recibido, se encamina hacia la Puerta de San Juan, aquella del Rosetón, dejando una singular imagen de los hermanos alzando sus cruces en la Plaza Mayor para despedirse hasta la tarde del Sábado Santo cuyo desfile, en este caso, es de las hermanas de la cofradía. Entre aplausos y escuchando el Himno de España, la imagen más limpia de la pasión zamorana, aguarda hasta el día siguiente, en el que podemos decir con más orgullo, que es la imagen zamorana por excelencia.Ya queda menos para ese día, ese día clave, y que a la vez cierra la verdadera pasión; pasión que termina al dejar de ver el palio de La Virgen de los Clavos en su entrada en el museo o la cruz de plata de Nuestra Madre en San Vicente. En ese momento  solo nos queda la resignación de esperar un año para poder disfrutar de ese Viernes mágico.
CSC
*Relato y fotografía aportados por D. Miguel Ángel Coscarón López, primer premio.
*Momento de la entrega de premios a María Coscarón López en representación de su padre Miguel Ángel.


                                    Una mujer, La Mujer                                             

     Hace ya mucho tiempo, una hermosa mujer, de rostro alegre, pero a la vez triste y resignado, caminaba tras su Hijo, camino de la margen izquierda del padre Duero. Pasado el puente románico, tras una andadura amarga, se despiden.
     Ella, camino de la casa de las otras “madres”, donde será recibida y atendida con honores de Reina.
     Él, con gran tristeza se encaminará hacia el destino que le tiene asignado su Padre.
     Ella, sin entender el porqué de esta situación, se levanta una hermosa, brillante y soleada mañana de Jueves y se dirige hacia la casa del Padre, para intentar encontrar, si no una explicación, al menos, un motivo de esperanza.
Al llegar al otro lado del puente, se gira como queriendo buscar con la mirada hasta donde le alcanza, el punto donde se despidió de su Hijo. En ese momento se encuentra rodeada de cientos de mujeres que le alumbran el camino, para que nunca se encuentre sola. Ella agradecida y emocionada, se detiene unos instantes e intenta decidir qué camino tomar.Finalmente se decide por el camino más corto, subir por una plaza, en la que hace tan solo unos días se entonaban cánticos en honor a su Hijo… y Ella sin saberlo. Tomará las rúas hasta encontrarse frente a la “casa”. Allí rezará día y noche hasta que, pasados los días entenderá el porqué de esta larga y dura espera. Se colmará de alegría al verlo de nuevo, con más Vida que nunca, brillando con la máxima Luz, que jamás se habría imaginado.
     Pasados los años, decide alargar su recorrido camino de la casa del Padre, aprendiendo a ser paciente y encontrando, en ese largo caminar por una cuesta, la cuesta de Zamora, Balborraz, su momento más bello, encontrándose con más madres que, movidas por su fe, cosieron un manto, tejido como el reflejo del cielo, plasmando con estrellas, un verde manto, manto de la Virgen de la Esperanza; que acompañada por las más bellas notas, en la verde mañana, sonarán solamente para Ella, las notas de la Saeta. 

Y todo porque,
En Zamora tenemos una sola,
con manto verde estrellado,
que como el mar con sus olas,
Ella nos acoge a su lado.

Por ahi viene, no la ves subir entre las varas?
Si, ya se avecina,
por la hermosa cuesta empinada.
Balborraz se llama
y la Saeta la acompaña.

Madre, de manto verde estrellado,
estrellas para una Madre,
te ofrecemos nuestra alabanza,
querida Virgen de la Esperanza.

SPES
*Relato y fotografía aportados por D. Juan Luis Vicente Fernández, primer premio.
*Momento de entrega de premios a Juan Luis.

Desde nuestra asociación queremos dar las gracias a los participantes de este concurso y también de una manera muy especial a D. Luis Boizas, presidente del Santo Entierro, así como al grupo joven de esta cofradía, por cedernos la casa del cofrade para celebrar nuestra asamblea general ordinaria, nuestra conferencia anual, así como la entrega de premios de este concurso.



DESCARGAS



Desde la Asociación, queremos ofreceros la oportunidad
de que podáis disfrutar de los Conciertos que ofrecieron,
tanto la Banda de Música de Zamora, como la Banda de
Música de Olmedo y el I Certamen de CCyTT, este último,
organizado por Luz Penitente.

A continuación os dejamos los enlaces para su descarga:

- http://www.4shared.com/rar/yFCCNin3/Banda_de_Msica_de_Zamora_Teatr.html
- http://www.4shared.com/rar/UePVg_6D/Notas_de_Pasin_-_Banda_de_Msic.html
- http://www.4shared.com/rar/atLwiH09/Certamen_CCTT_Luz_Penitente.html

Dar las gracias a Óscar Antón por su dedicación, para
que podamos disfrutar de estos eventos.

martes, 10 de abril de 2012

Delirios de Incienso y Cera (4ª Parte)

Delirio IV


Lunes 2 de Abril de 2012


UN SUEÑO EXTRAÑO




"El interior de la iglesia luce completamente abarrotado, casi tanto como los metros que rodean el templo, teñidos de blanco y negro. Algunas mujeres dan retoques de última hora a las tres imágenes, recolocando una rosa aquí y un clavel allá.
Algunas cruces apoyan su hombro en un rincón despejado mientras algún que otro tambor lanza al aire un redoble descompasado. Se afinan cornetas y se rezan oraciones de lo más diversas, pidiéndole al cielo una tregua para este año.
Mía es una de las voces silenciosas, que procura no parecer demasiado preocupada ante tantos nubarrones.
Los nervios empiezan a despuntar por encima de los altos caperuces, los cargadores ultiman sus almohadillas y echan un ultimo vistazo a la estampa viva en madera que bailara sobre sus hombros: la despedida de un hijo, una corona de espinas, los yugos hechos hoy cruz, la última caída de Cristo, la madre bañada en amargura...

El peso del tambor a mi derecha no impide que mi cuerpo se arquee al pasar junto a Cristo. Iluso de mí al intentar hacer coincidir nuestras miradas.
Las últimas órdenes, los últimos consejos, las últimas sonrisas antes de sumirse en la oscuridad del raso.
Las esquilas del Barandales retumban como un grito ahogado en medio de un universo vacío. La mano temblorosa comprueba que el medallón esta en su sitio. Y por un momento...todo parece detenerse y al contemplarlo, uno se da cuenta de que no hay  nada en más perfecta armonía.
La banda se une al sonoro comienzo mientras las faldillas de los “pasos” caen con la majestuosidad presente sólo en los pequeños detalles. Es estonces cuando todo mi cuerpo parece renacer después de un año y los golpes destemplados sobre el parche se convierten en el latido de todos y cada uno de los cargadores.
Y así, siguiendo el regio vuelo de las capas blancas, Jesús en su Tercera Caída hace desperezarse a San Lázaro.
Pero la noche aún no ha regalado toda su magia a la ciudad de Zamora. Queda aún una puerta al pasado por la que pies cansados como los míos pueden hallar la justa recompensa a una tarde procesionando. Y lo haré, como cada año, sumido en el más absoluto silencio y con el corazón en un puño al contemplar a esos monjes del cister caminando, con paso lento y seguro, hacia un destino incierto – quién sabe si el alma de los zamoranos, o el recuerdo de las sombras que ya no están entre nosotros, o el abrazo de esas voces que se alzaran para un Cristo que ya ha expirado
Lo haré estudiando al detalle las formas fantasmagóricas que surgen de las teas encendidas. Formas que darán luz a callejas, a rúas y a esquinas en penumbra, hipnotizando las miradas de quien han dejado su cámara de fotos a un lado, atónito, y ha decidido abandonarse a ese sano misticismo que nos embarga de vez en cuando.

A lo lejos una cruz vacía, desnuda, en donde dejar por un momento el ruido y la torpeza del día a día, las prisas y el desatino de tantas y tantas jornadas de no parar un momento quieto. Y descansar. En el sentido más exquisito y delicado de la palabra. Y recostar en ella toda esa desdicha que parece que nos hace pequeños en nuestra vida cotidiana, pero que hoy, esta Semana, se hace a un lado para dejar paso al sentimiento más apasionado del que es capaz el ser humano.
Y será entonces, cuando el pensamiento esté encelado en encontrar adjetivos que definan una sensación tan extraña, cuando al final de la calle aparezca, en ángulo que al profano le parecerá casi imposible, el Cristo de la Buena Muerte.

Será como si volase sobre recuerdos de piedra, como si el rostro sereno apaciguara por unos momentos al mismísimo Duero. Será como si la luz de la luna se concentrara en su pecho, como si los pies estuviesen a punto de tocar el suelo de esa calle, de esa ciudad, que hoy se acostará un poquito más tarde. Y será como si el tiempo, caprichoso donde los haya, se detenga justo en el preciso instante en que la imagen pasa a tu lado, y no aciertes a pronunciar suspiro o murmullo que defina tanta hermosura. Ni siquiera el silencio hará justicia a la muda conmoción al verse un ser diminuto ante una muerte tan bella.

Y es posible que, por una vez, haya lágrimas que corren tras los párpados. Una agitación pausada y un tormento placentero. Es posible que, por una vez, tocando a su fin este Lunes Santo, uno sueñe, quién sabe cómo y porqué, con teas de gélido fuego y el ardor del frío raso"
Texto: Álvaro Carvajal
Fotografías cedidas por: Pablo Alfonso Pérez

lunes, 2 de abril de 2012

Delirios de Incienso y Cera (3ª Parte)

Delirio III


Domingo 1 de Abril de 2012


ESTRENANDO RECUERDOS

"De niño, yo también salí en la Borriquita.

Puede que haya olvidado la primera vez que escuché una corneta rasgar la calma de la tarde, puede que haya olvidado el tumultuoso tropel de hipnóticos tañidos que parecían brotar directamente de las muñecas de aquel al que llamaban Barandales. Puede ser. No lo niego. Pero jamás podré olvidar aquel Domingo de Ramos en el que acompañé a una imagen que para mí - ¡dichosa mente de un niño! -, estaba invisiblemente viva.

Aquel muchacho que casi acertaba a besar a un borriquillo; aquella madre que, con su retoño en brazos, proclamaba con su sonrisa que aquel día era para estar de fiesta; aquel hombre barbado cuyos brazos abiertos parecían dar la bienvenida a quien cruzara con él su mirada.



De niño, yo también deseé ser uno de aquellos encapuchados.

También quise acariciar las capas de esos congregantes que no podían pasar desapercibidos entre tanto chiquillo. Sus altos caperuces me hicieron torcer el cuello y alzar la vista al cielo, un cielo que, aquella tarde, rebosaba azul celeste. Confieso que por un momento, estiré el brazo lo más que pude para intentar alcanzar la punta. Quizá creyese que así me contagiarían esa magia que desprendían sus brillos de fucsia alma.




Aún así, un cosquilleo de asombro – puede que miedo, ¡por qué no! -, se agarró bien fuerte en el estómago cuando mis ojos se toparon con los de aquel encapuchado. Aquellas diminutas aberturas daban paso a un desconocido universo al cual no me atreví a entrar por temor a no poder abandonarlo. Una expresión indescifrable. Un atisbo de rostro anciano. Un nuevo modo – al menos para este que escribe - de descubrir la mirada de un hombre.









De niño, yo también sentí mi corazón latir al son de palmas y ramas de olivo.





Y a la puerta del Museo, como decenas de niños, fui testigo de un momento que me regalo una razón más para estar emocionado: la llegada de un Jesús triunfalmente recibido por el cimbrear de palmas y corazones en vilo; la melodía de éstas al quebrar el silencio, regalando a un jovenzuelo como yo una sinfonía de dichas; el sentimiento al unísono de una ciudad de Castilla; el cosquilleo sonoro de cientos de personas vibrando en un mismo tono.

Aquel Domingo de Ramos fue especial, qué duda cabe.

No recuerdo muy bien si hice honor a ese dicho de que quien no estrena, no tiene manos... Aunque si lo pienso bien, puede que no llevara una camisa nueva o un pantalón recién comprado. Lo que sí puedo decir es que, sea como sea, aquella tarde vestí engalanado estrenando un recuerdo."



Texto: Álvaro Carvajal
Fotografías cedidas por: Pablo Alfonso Pérez
Vídeo cedido por: Óscar Antón

domingo, 1 de abril de 2012

Delirios de Incienso y Cera (2ª Parte)

Delirio II

Sábado 31 de Marzo de 2012

HABLEMOS DE LUZ Y DE VIDA


Despierto cuando en la lejanía se escucha el toque de campanas. Continuo, frío, con falsas notas que parecen de gozo. A la hora convenida, en el lugar de siempre, espero a que tras aquel recodo aparezcan las túnicas blancas sobre ese fondo desdibujado que es la ciudad de Zamora.

Ya desfila, Sábado de Dolores, el Jesús de Luz y Vida.  


Vida de mujeres y hombres que bajo la fina capucha rinden honores a la más novata de nuestras cofradías. Reflejos en los blancos claveles que susurrarán a las lápidas el inicio de una semana de luto, de pasión, de vida. Porque es eso, vida, lo que atesoran en sus pupilas jovencísimos cofrades que dan sus primeros pasos en esta Semana Santa.

Luz. La luz que dibujan los vaivenes de vestiduras recién planchadas, de mechones de pelo que asoman bajo las cogullas y que , siento esta inoportuna preferencia, hacen hermosa a cualquier mujer. Fulgores dorados que resumen las letanías de ese cuarteto de metal. Resplandores sordos que se adueñan de las voces de ese coro de melodías lozanas y espíritus entregados.

Y allá también está Jesús. El joven Maestro que parece volar sobre el paso de medio centenar de zamoranos. Miento. Seguro también de personas venidas de lejos sólo para dar resuello a esas manos inmensas que, convertidas en andas, parecen querer abrazar hasta a los más escépticos. Un Jesús de gesto sencillo, de mirada arremolinada en el torrente del Duero, de paso lento y seguro hacia el camposanto.  


Y yo, como cada año, les he visto pasar ante los flashes de cámaras, sobre los cuchicheos por cualquier cosa de adolescentes que aceptan con gusto esta semana especial en la que casi podrán sentirse mayores. Ante cabezas gachas de los más ancianos, sorpresa mayúscula de los que llegaron de fuera... y ante mí, viejo ya como para no sentir cosquilleos de ilusión ante una procesión que yo mismo vi nacer hace poco más de veinte años.

Pasado ya el Sábado de Dolores, ahora, mientras hablo, me queda, por encima de otros tantos, un recuerdo que durará al menos hasta el año que viene. Las espaldas que se alejan hacia el Puente de Piedra y parecen musitarle a uno que aún en este mundo de lobos, queda espacio para este rito, para esta Luz y esta Vida.

Porque, ¿acaso alguien como yo no puede despedir con lágrimas esta humilde ceremonia?, ¿acaso un viejo ciprés solo puede hablar de muerte?  




Texto: Álvaro Carvajal
Fotografías cedidas por:  Pablo Alfonso Pérez