miércoles, 24 de abril de 2019

Jueves, 11 de abril de 2019

O lo que es lo mismo, Jueves de Pasión, de Dolores o de Traslado. Pero, en resumen, no es un jueves cualquiera.

Y es que, al despertar, no eres consciente como todos los días, que día es, ni que hora. Pero segundos después abres los ojos recordando que hoy empieza, no, hoy es Semana Santa. Durante el día, intento llevar a cabo un día normal, pero la cabeza me da mil vueltas, o más bien mira hacia arriba, dirigiendo mi mirada al cielo, atento al tiempo. Parece que hoy no habrá problema.

Llega la tarde. El tiempo pasa despacio. Las siete y media tardan en llegar. A esa hora, me dirijo al otro lado del río, cruzo el Puente Nuevo, o Puente de los Poetas, como queráis llamarlo, pero a medio camino, me detengo, y contemplo nuestro paisaje, nuestra Catedral y su muralla. La Catedral tiene otro aspecto, sabe lo que viene, viene nuestra Semana, que se convierten en 10 días, donde ella será una gran protagonista.


Tras el “fondo”, dirección Iglesia de San Frontis, allí me esperan. De camino, un montón de gente se aglomera en la Avda. del Nazareno, regateando y adelantando consigo llegar a la Plaza. Una vez allí, habiendo encontrado a mis acompañantes, nos dirigimos al interior del templo, el cual, está hasta atrás, no importa, nos hacemos hueco. Contemplamos la imagen del Nazareno, su bello rostro. 

Son las ocho y media, todo parece indicar que el desfile va a comenzar. Nos vamos fuera a disfrutar de uno de los momentos, para mí, mas bonitos de nuestra Semana Santa. No es para menos, ese momento en el que las puertas de este pequeño templo se abren, empieza a asomar la mesa de este Nazareno y, por último, la banda de Nacor Blanco hace sonar el himno de España. Justo en ese momento podemos afirmar, ahora sí: ¡ESTAMOS EN SEMANA SANTA!

El Nazareno ya está en la calle, la emoción de la gente allí presente, también. “El Mozo” comienza su caminar, suena su marcha “Nazareno de San Frontis”, de Carlos Cerveró. Antes de ponernos nosotros en camino, esperamos a ver a la imagen acabar de subir esa cuesta, y así, también, asimilamos el momento.


Una vez fuera, nos ponemos en camino, si nos dejan, son momentos de encuentro, “otro año más”, “ya estamos aquí otra vez”, se repiten continuamente. Queremos ver la procesión, antes de meternos en ella. La abre el famoso Barandales, el único que lleva túnica en esta tarde, tras él, la pequeña cruz parroquial. Dentro del desfile, centenares de personas, que con vela o sin ella, acompañan la subida del Nazareno a la Catedral. De estos centenares, muchos niños, acompañados por padres o abuelos, que probablemente sea su primer desfile.

Recorremos la Avenida con mismo nombre que la imagen, la larga avenida, antes de llegar al Puente de Piedra, para subir la larga Cuesta del Pizarro. Pero no se porque, curiosamente, en Semana Santa esta subida, se me hace mucho más amena. No sé si es el escuchar la marcha “Crucifixión” o simplemente por el ir al lado del Nazareno, empatizando con el esfuerzo de los cargadores.

Una vez arriba, los cargadores respiran, yo respiro. Hay fondo. Momento en el que el Nazareno es fotografiado incontable numero de veces. No es por menos, el fondo del arco o de la Iglesia de San Ildefonso es ideal. 


Volvemos a la carga, ya no queda nada, nos vamos acercando ya a la Catedral, vuelve a sonar “Nazareno de San Frontis”, los cargadores no tienen prisa, como si mañana no se madrugase, pero este es el ritmo, este es el paso, el ritmo que marca la música. Despacio. El Nazareno anda solo hasta el atrio, donde con el himno nacional se pone fin a este traslado procesional, y con él, el Jueves de Pasión. Pero no sin antes entrar a la Catedral. Las cosas hay que hacerlas del todo. Una vez dentro, donde la Virgen de la Esperanza ya espera, para escuchar el Evangelio junto al Nazareno.

Una vez finalizado, nos dirigimos hacia casa. Reventado. Pero no pasa nada, esto acaba de empezar y, por ello merece la pena.

Texto y fotos: Julián Hernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario