domingo, 5 de abril de 2020

Nunca Caminarás Solo

Día duro. Día triste. Día sin pasión.

Aún no termino de asimilar que no estarás sobre mis hombros esta tarde. No logro aceptar que estaré con mis hermanos llevándote un año más al campo santo para recordar a todos aquellos que nos dejaron por el camino.

Debido a este desagradable virus que está arrasando, por precaución, cuando hace un mes nos decían que este año lamentablemente nos quedaríamos sin nuestra querida Semana Santa no lograba asimilarlo, a medida que sucedían los días y los hechos era una noticia que bueno, te la terminas esperando, pero cuando se hace realidad una gran parte de ti no lo asimila, no quiere aceptarlo.


Tal día como hoy hace una semana, deberíamos habernos reunidos los cargadores para a posteriori trasladar el trono-andas a la S.I Catedral, como es obvio, no sucedió. Semana después me encuentro en casa, sin saber qué hacer, pensándote todo el tiempo señor Jesús. Ya que hoy hubiera sido mi tercera carga bajo tus banzos. No podré abrazar a mis compañeros, tampoco charlar, contar anécdotas, reír o tan solo escuchar y aprender con sus sabías historias sobre la hermandad…..o simplemente quedarnos en silencio mientras Pablo, el reciente elegido jefe de paso, pasaba lista a la vez que nos comentaba que puesto ocuparíamos. Sin olvidarme ni mucho menos de las fotos previas que realizaría, una de ellas con dos grandes amigos, que hoy también se encuentran en mi recuerdo; una foto que hubiera sido especial ya que nunca nos habíamos juntado los tres ataviados con la túnica.


No podré descenderte lentamente para pasar por el Arco del Obispo, al igual que instantes después tampoco sufriré mientras bajamos las Peñas de Sta. Marta. Mucho menos de los momentos íntimos sobre el puente de piedra, tan solo tú y nosotros.

No diré que no recordaremos a los fallecidos porque eso siempre se hace, pero sí diré que en ese merecido descanso mis hombros no se enfriarán. Un año sin rezar el Padre Nuestro en la mismísima puerta del cementerio, para nosotros. Una cuesta del Pizarro sin cambiar de lado, no me colocaré delante, ni por supuesto nuestro íntimo baile al llegar de nuevo a la iglesia matter; un baile para el coro allí presentes recitando sus obras, para nosotros, también como bienvenida a Pablo a la vez que nos despedimos de Dani por su Jubilación.


Hoy puede que estés en tu altar, solitario, con la reja cerrada pero te podemos prometer que en nuestros corazones te seguimos acompañando. Porque aunque físicamente me encontraba en mi domicilio, espiritualmente, a las 20:00 me encontraba bajos tus banzos. Pero te podemos asegurar que nuestra pasión y sentimientos permanecerán. Que nos juntaremos en año que viene con más ganas y fuerza que nunca.

Porque te prometo Nuestro Señor Jesús Luz y Vida que
Nunca caminarás solo.

Salud para el año que viene a todos.

Texto y fotos: Víctor Garrido

No hay comentarios:

Publicar un comentario