En Zamora, en miércoles santo, hay un ambiente único, una de las razones de la Semana Santa aparte de su recogimiento, austeridad y sobriedad, es su silencio; Los sonidos propios de la semana de pasión, se ven reflejados en la razón de ser de la Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias; un hecho único en el que la calma del propio silencio se convierte en sonido, que se siente y se engulle, dándole cuerpo al sonido vacío.
Las calles llenas de gentes y bullicio, pero vacías de todo, se ven cubiertas del sonido más puro de la semana santa de Zamora: El Silencio.
Si existe una ciudad y un momento donde pueda existir tal conversión, esa es Zamora y su Semana Santa.
minando las escena, sino por que hace aparición la majestuosa imagen del llamado
La imagen quieta, solo asoma, marca la linea de lo eclesial con lo civil, representada por miembros de la administración del gobierno de la ciudad. Sin traspasar los limites religiosos marcados por el atrio, se muestra a los presentes mientras es pronunciado el acto para guardar silencio.
Silencio roto por el sonido de los cascos de los caballos; roto por el sonido de las parejas de clarines que con un sonido agudo anuncian al crucificado; otro sonido propio de la semana de pasión entra en escena, el sonido que rompe el silencio vacío, el sonido del campanil bajo la preciosa estructura que corona con la Torre del Salvador.
Entre la pugna por acompañar al sonido del silencio, aparece el incensario, haciéndose un hueco, abriendo los sentidos.
La ciudad acoge en su ampliación Moderna, a la procesión, extendiéndose por las tradicionales calles peatonales; permitiendo pasear por ellas al imponente Cristo de Las Injurias. Las calles silencian al paso del cortejo, acompañando así la imagen hasta el Museo de Semana Santa, donde reposará hasta el Viernes Santo, volviendo a silenciar a su paso, su propio entierro.
En la tarde-noche del Miercoles Santo, cuando el silencio se convierte en sonido, cuando Zamora guarda una promesa, cuando el terciopelo rojo juega con los últimos rayos del sol, cuando la cera roja salpica el camino, cuando Cristo perdona incumplir el juramento, es sin duda cuando Zamora se convierte en silencio.
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