El Domingo de Ramos en Zamora no es un domingo más. La
ilusión y la sonrisa de los más pequeños ataviados con palmas y ramos de
laurel inundan las calles de la ciudad para acudir a la que para
muchos es su primera procesión.
Solo
150 hermanos y hermanas conforman la Real Cofradía, pero se contaron
por millares a los "penitentes" en las filas de la procesión, y es que
en nuestra ciudad el Domingo de Ramos es un día para acudir en familia.
El sol invitaba a que abuelos, tíos, primos, hijos, nietos... todos
acompañaran a Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén.
La
Banda Ciudad de Zamora abriría como siempre el desfile procesional,
estrenando su participación en la esta Semana Santa y contando este año,
por primera vez, con varias mujeres en la formación; detrás el
inconfundible sonido de las esquilas del Barandales Nicanor. Le seguían
los pequeños y pequeñas, pues fueron muchos los niños y niñas que
aprovecharon la oportunidad que les ofrece la Real Cofradía para, aún
sin pertenecer a ella, poder salir vestidos de hebreos y hebreas. Y al
final, a los lomos de una pollina, Jesús, con los sones de la Banda de
Zamora que volvía al desfile del Domingo de Ramos, para volver a traer el "Cristo del Perdón" o "Cordero de Dios".
La
alegría, el bullicio, las largas palmas y las capas fucsias se abrían
paso por las calles. San Juan de la Puerta Nueva primero y San Torcuato
después, daban la bienvenida al hijo de Dios con el sonido de sus
campanas. Caminando sobre ruedas avanzaba la borriquita por Alfonso IX,
Santa Clara, Plaza Mayor... para llegar al punto de partida: el Museo de
Semana Santa. A los lados de la Plaza de San María la Nueva se
posicionan los cofrades para recibir y honrar agitando vigorosamente sus
palmas el paso de Jesús, y así finalizar la procesión para ahora sí,
dar paso a los días de pasión.
Texto: Miguel Ángel Rosón
Foto: Óscar Antón
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