martes, 5 de mayo de 2020

Sábado Santo, Sábado de Soledad

.-Es Sábado Santo. Para mí, estas dos palabras son sinónimo de otra: "SOLEDAD". Es Sábado de Soledad, Sábado de la Virgen de Zamora, la de la mirada caída, manos yertas sobre el regazo y envuelta en negro luto.

Escribo estas líneas hoy, en su día, en medio de la horrible cuarentena que nos toca vivir por culpa de la pandemia. No es un Sábado Santo más, es otro y muy distinto. En mi interior brota una impotencia incontrolable por no poder estar junto a Ella y Ella junto a nosotros; hoy, en su día, en el Sábado Santo. Parece que algo dentro de mí se quiere revelar, gritar, explotar... para fulminar en décimas de segundo esta pesadilla que nos asola. Y es que hoy es Sábado Santo, no me cansaré de repetirlo y no vamos a poder estar juntos.

Me he puesto en pie a las 8:00 de la mañana, doce horas antes de su hora y como todos estos días he venido a mi estudio a elegir en el ordenador una de las fotos de la pasada procesión para compartirla en las redes sociales, whatsApp, etc. Miro unas, otras, otras ... de principio a fin toda la carpeta sin saber cuál elegir y termino por decantarme por esta: Ella, bajo las arquivoltas pétreas de la puerta sur de San Juan y sobre un suelo de flores blancas que le alfombran el camino en el día más doloroso de su vida. Es uno de mis lugares favoritos tanto para verla como para fotografiarla. Mientras contemplo la foto, automáticamente ante mi vista, se borra su imagen como por arte de magia y mi mente ve la puerta de San Juan, sola, vacía, cerrada, sin Ella. Me vino la realidad de este año. La imagen de un futuro cercano, de cómo estará esa puerta 12 horas más tarde. Una sensación horrible recorrió mi cuerpo, como si el mundo se me cayera encima al pensar que esa era la pu... realidad que tendríamos que vivir esta tarde-noche. Ni en mis peores pesadillas he soñado vivir un Sábado Santo así, pero es lo que toca hoy. Cerré los ojos y dije en voz baja: "Dios mío, por qué, ¿por qué tiene que ser así este año? No lo entiendo, mi cabeza no asimila aún, después de todo este tiempo, esto que nos está pasando" y abriendo de nuevos los ojos vi nuevamente la cara resignada de nuestra Virgen y guardé silencio. Callé unos segundos mirándola porque en su rostro se refleja la misma pregunta ¿Por qué?, pero por otra situación, la muerte de su Hijo.


A continuación comencé a pensar en la situación que estamos pasando, de nuevo repensé que no la veríamos en nuestras calles y plazas hoy y sin retirar la vista de la foto llegué a una conclusión: "Ella no va a salir hoy. No. Ella no va a salir porque lleva un mes en la calle, en los hospitales, en las residencias, acompañando, ayudando, alentando a quien, desde unos u otros puestos de trabajo de primera necesidad, la ha invocado, la ha nombrado y sobretodo ha buscado consuelo en Ella con sólo decir su nombre. Ha estado en la cabecera de muchas camas insuflando calma a los enfermos o siendo su única compañía, Ella, la Virgen sola, con quien ha estado solo o sola. Es el año que más tiempo está la Virgen fuera de su casa y especialmente en la mente de todos". Si en circunstancias normales la nombramos, la recordamos, buscamos consuelo a nuestro dolor en su dolor, más aún ahora.

Ha ido pasando el día, más o menos se ha ido llevando y llegan las benditas 20:00h. Mis ojos se quedaron clavados en las manecillas negras del reloj que tengo salón como queriendo congelarlo con la mirada en ese momento justo, en esa hora santa, en esa, su hora. Oigo de fondo a algunos vecinos aplaudir desde sus balcones y ventanas como todos los días en homenaje a todo el personal que está en primera línea de guerra, que aunque sin balas, no deja de ser esto una cruel batalla. Yo no tengo ganas de aplausos hoy, no quiero ni asomarme a ver a mis vecinos y preguntar cómo están, como hacemos normalmente. Hoy pesa más la devoción que los agradecimientos en la balanza del corazón. Mis aplausos de esta jornada los conmuto por una oración a Ella, por ellos, por nosotros, por nuestro país y todos los países del mundo que están sufriendo esta desgracia. Me puse ante el humilde altar que le hice ayer mañana en mi salón y rezo el rosario. Al finalizar y comenzando con una frase de su oración particular, le dije "Soledad, que tu soledad acompañe y conforte la nuestra", especialmente a los sanitarios, que se la están jugando, pero más aún a los que solos, sin nadie que los acompañe, están enfermos. A los fallecidos llévalos ante tu bendito Hijo y a nosotros, protégenos bajo tu manto y "líbranos de todo mal".


Llegan las 22:00h y respondiendo a la convocatoria que se hizo de cantar la Salve en su honor desde nuestras casas abrí la ventana de mi estudio y ante un cuadro de su bendita imagen encendí una vela y me dispuse a cantarle dicha oración mariana. Que ese canto, unido a los demás cantos de damas, hermanos y devotos en general, tal como dije en aquel momento, haya llegado hasta San Juan, se haya colado hasta su altar y se haya quedado en "ese chico nidillo" de sus manos, como decía el Padre Victoriano Rivas en su poema, como una plegaria unánime, como una súplica sin precedentes. Terminado el canto fui a la cocina a cenar y mientras preparé la mesa vi que eran las 22:20h. y me dije: queda poco para acabar este dichoso día, el peor de toda la Semana Santa, personalmente para mí. Queda apenas hora y media para que comience el Domingo de Resurrección, (domingo de la alegría como yo lo llamo) aunque este año sea igualmente distinto y lo vayamos a vivir de manera diferente, pero, aunque estemos en nuestras casas, al igual que hemos celebrado la Pasión y Muerte de Cristo y la dolorosa soledad de su Madre, mañana será Domingo de Resurrección igual y celebraremos también la Pascua, nos alegraremos y recordaremos que Cristo venció a la muerte. 

Así mismo, nosotros, como al reloj le falta poco para llegar a las 00:00h., confío en que también nos quede poco para terminar nuestro eterno Sábado Santo y lleguemos pronto a nuestro particular y feliz Domingo de Resurrección, para volver a una relativa normalidad, ser más libres y tener una vida muy distinta a la actual y más parecida a la anterior del 15 de Marzo. Para poder volver allí, a tu casa, Soledad, donde nos esperas todo el año y darte gracias por habernos protegido en estos duros momentos.

 ¡Virgen de la Soledad, ruega por nosotros!


Texto y fotos: Horacio Navas

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