lunes, 6 de abril de 2020

Y fue Domingo de Ramos


Desperté, abrí mis ojos y me levanté. Tiré de la persiana y miré el cielo, preocupado por saber si podríamos salir con la procesión, pues a las 10h de la mañana desde la Capilla del Cementerio, iniciamos la procesión de la Borriquita de Villaralbo… de pronto me di cuenta, este año no, y como una losa todo mi mundo se paró, y el Domingo de Ramos así comenzó.

Siempre digo que los días de Semana Santa tienen algo especial, cada día tiene lo suyo, pero para mí, uno de esos días es sin duda el Domingo de Ramos. También para mis hijas, con las quien comparto esta Pasión, que trato de transmitirles para que la cojan como una enseñanza de las más importantes de su vida.

Domingo de Ramos en el que andamos a caballo entre Villaralbo y Zamora, pues como antes decía, Jesús en su Entrada en Jerusalén primero ataja por nuestro humilde pueblo para dejar una bella estampa de Jesús sobre la borriquita. Es la Cofradía de Jesús Triunfante la que sale a la calle con el rojo y blanco sobre sus túnicas y con un buen puñado de niños hebreos que agitan sus palmas para dar la bienvenida a nuestro Rey. El cielo nos hubiese dado un respiro hoy y podríamos haber salido, haber llevado el Evangelio a la calle, hoy es nuestro día, hoy es su día, el día de los niños.

Casi como un rayo, pasan las horas entre las dos procesiones y toca ponerse otra túnica, una de Rojo Cardenal sobre Blanco Nacarado, pues como siempre sucede, toca comer un poco a la “ligera” para irnos a la otra procesión, de la que también toda la familia somos Cofrades, nuestra Borriquita de Zamora.


Siempre un momento especial, ese momento en que todos los años nos vestimos para acompañar a Jesús entrando en la Jerusalén de Zamora, ajustando el pañuelo, ciñiendo el fajín para que no se mueva, y colocándonos la capa. Ese caminar hasta el museo de Semana Santa que se vuelve tan especial, pues es el más especial que recuerdo de todas las procesiones, será la hora, será el día, será la procesión, no lo sé, pues en este día Zamora es especial.

Hoy hubiese sido la primera procesión de la Borriquita para mi hija pequeña Altea, pues el pasado año, estaba malita y no pudo salir; este año ha querido el destino que tampoco se logre, pero se de buena tinta, que el próximo año si podrá acompañar a Jesús, con su pequeña palma, quizás a mi lado junto a la Cruz Guía.

Es una tarde de algarabía, de palmas, olivos, ropa nueva, incienso…. De olores que inundan Santa Clara, sobre todo a garrapiñadas, que se funden a borbotones entre la multitud de puestos callejeros por la calle principal.

Hoy no habría podido ser, pues la lluvia que hizo presencia en la tarde, nos hubiese dejado con la primera procesión de esta Semana Santa 2020 que se hubiese suspendido por la lluvia.

Ya toca despedirse, y la despedida se hace en la puerta del museo, con la llegada del paso a los sones de “La Pilarica” y lentamente entre cientos de palmas agitadas con fuerza, “La Borriquita” encara la puerta del museo para despedirse hasta otro año. Siempre se escapa una lágrima, la primera, no se puede controlar, y así a los sones del “Himno Nacional” Jesús se esconde tras las puertas del museo, en la que hubiese sido su última entrada tal como lo conocemos.


El Domingo de Ramos acabó con un cielo gris y lluvioso pero …. siempre hay un final para el mal, y cada día está más cerca, no lo dudéis.

Hasta otro año…

A mis hijas Verónica y Altea.


Texto: Juan Manuel Bragado
Foto: Jesús Salvador
Dibujo: Anselmo Esteban

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