miércoles, 17 de mayo de 2017

Viernes Santo: Nuestra Madre al Son de la Música

Es el momento de correr. De corriendo quitarte la túnica de terciopelo negro y ponerte tu estameña, o de correr al terminar de tocar en el Santo Entierro para tocarle a Nuestra Madre y acompañar su bella imagen en su procesión.

¡Qué bonito es ser hermana o hermano de paso y acompañar a la Virgen a su lado! ¡Y qué bonito también tocar esas marchas y verla caminar a su ritmo, sobre los hombros de los valientes cargadores que llevan todo el año esperando para ello!


Y a las 23.00, puntuales como un reloj, empiezan a sonar las cornetas y tambores de la banda. Y el barandales, avisando a todos de la llegada de la procesión.

Comienzan a salir los hermanos y hermanas con sus caperuces y sus hachones. Ya resuena el golpe de la madera en el suelo.

Y una imagen a ruedas comienza a andar, conocida como Cristo de la Cruz de Carne, ahora de las Angustias, emocionando a todos los devotos que en las aceras se agolpan para ver salir esta imagen que duerme durante todo el año en la Catedral, niños y no tan niños ilusionados por vivir una vez más su Semana de Pasión. 


Es la hora. Es la hora de tocarle el himno para que la preciosa imagen de Nuestra Madre de las Angustias comience su recorrido con los mayores honores que yo, con mi banda, le podemos ofrecer. Y al terminar el himno...

La, LaDoSiLaSol... Las notas compuestas por Pedro Hernández Garriga inundan las calles y le dan fuerzas a María para aguantar, para sostener a su hijo muerto en sus brazos. Lágrimas de dolor por la muerte de su hijo, lágrimas de Madre, que salen de su gran corazón, corazón de Madre de todos nosotros, los que le rezamos, los que la sentimos. Preciosa imagen de Ramón Álvarez, coronada canónicamente en 2014.
¡Qué bonito, qué bonito es tocar dedicándote cada nota, qué bonito tocar con tu medalla en el pecho!

Y detrás te sigue la imagen de la Virgen de las Espadas. Los cargadores, con fuerzas renovadas este año, te hacían lucir preciosa al son de tu nueva marcha que lleva tu nombre, Virgen de las Espadas, marcha que, muy orgulloso, te ofrecía Víctor Argüello. En tu corazón, siete Espadas clavadas, siete dolores, siete episodios tristes que viviste; y en tus manos, un rosario, pidiéndole a Dios ese milagro que al tercer día se produce. 


Y al final, los tambores de cierre, esos que no quieres que lleguen, porque sabes que queda cada vez menos de tu semana favorita del año.

Pero este año, tenéis otra sorpresa; también con nuestras voces zamoranas hechas canción por el Coro Sacro, queremos honraros y, devotos, cantaros a vuestro paso por Santiago el Burgo. "Cristo por Nosotros", al paso del Cristo De la Cruz de Carne. Las voces de los hombres que acaban mezcladas en una preciosa polifonía de hombres y mujeres. El "Stabat Mater" que Tú, Madre, siempre escuchabas en la Plaza Mayor, te aguarda esta vez a tu paso por Santa Clara. Y para ti, Virgen de las Espadas, te cantamos el "Ave María", para agradecerte todo lo que nos ofreces durante todo el año, o para pedirte perdón, si solo nos acordamos de ti en momentos puntuales.

Llega la procesión a la Plaza, y todas las hermanas y hermanos entonan el canto de la Salve, en unísono, noche de estar todos unidos a tu paso, cruzando la Plaza Mayor para llegar hasta tu hijo crucificado y la Virgen de las Espadas. Ya no hay tambores. Sólo voces te guían en tu caminar.


Es hora de regresar a san Vicente, a tu casa. Ahí te volveremos a tocar el himno a tu entrada para cerrar un año más ese círculo. Sólo pido para el año que viene poder estar, como cada año, acompañándote y haciéndote un poco más fácil tu noche por las calles zamoranas.

Texto: Gema Llamero
Fotos: Ismael Hernández

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