sábado, 31 de marzo de 2012

Delirios de Incienso y Cera (1ª Parte)

Delirio I

Viernes 30 de Marzo de 2012

FANTASMAS



"Siempre creí que los espectros eran cosa de leyendas y cuentos de abuela.
Nunca antes supuse que el corazón puede llegar a pararse de latir con tanta fuerza. Jamás pude contarle a la hueste de sueños que viven bajo mi almohada, que me topé con la inexplicable, con lo misteriosamente bello envuelto en la bruma de la luna creciente.
Pero hoy, noche de viernes al que llaman de dolores, he vuelto a creer en fantasmas.





Los he visto surgir del interior del templo extramuros consagrado al Espíritu Santo. Reunidos en el patio interior, los más tempraneros susurran silencios de incienso y sílabas desnudas de toques fúnebres de campana. Reclaman para sí el privilegio de ser testigos de ese alarido de dolor que se escapa de los cirios chorreantes de cera y recuerdos góticos.
Sólo los más osados - al menos eso quiero pensar por no resultar culpable - se atreven a acercarse en penumbra a la figura del Hombre. El sufrimiento se palpa entre veta y veta, la belleza toma un rostro poco amable y consigue acongojar al curioso primerizo. Dicen que aquella imagen de Cristo es la más longeva de cuantas conserva la Pasión zamorana. Así lo creo al verse escoltada por cientos de monjes enlutados en blanco, por chirridos de carraca, por el crujido del cuero de las sandalias.
Un escalofrío sacude mi alma al ver cómo parten, en luctuoso cortejo, en dirección a la ciudad amurallada. Desde mi ventana, como por antinatural sortilegio, siento en mi pecho el crepitar de las velas que intentan romper la prisión de los faroles de forja. No voy a negarlo: tiemblo, no sé porqué extraña sensación de tristeza, cuando se cuelan en mi salón las voces de ese coro nacarado de viejos y jóvenes, de luces y sombras. Lamentos en latín que sobrevuelan un cielo estrellado y una madrugada que parece recibirles con regocijo.
No sé cómo, pero he sentido como si la propia muralla se inclinara, en señal de reverencia, dando la bienvenida a la cruz que abre el desfile. Llamadme loco si os place, pero incluso sospecho que aquel gesto es únicamente el primero de una larga lista de momentos que han quedado inaugurados desde ese instante.

Y así, desde mi ventana, los tambores se han alejado a lentas bocanadas, perdiéndoles de vista tras los altos muros. Así, mi alma se ha dividido para poder seguirles de cerca. Así ha sido como en esta hora bruja mi memoria ha vuelto a congregar leyendas e historias de abuela.





Nuevos monjes del pasado me han clavado su silenciosa mirada... y todo ha estado bien. Es por ello que respiro lágrimas de belleza y mi corazón ya se presta a latir de otra manera, consciente de que no olvidará jamás cómo así, hoy, noche de viernes al que llaman de dolores, he vuelto a creer en fantasmas."


Texto: Álvaro Carvajal
Fotografías cedidas por: José Luis Carrera Herrero 

No hay comentarios:

Publicar un comentario