viernes, 20 de abril de 2018

El Silencio Sale a la Calle


Dicen que la Semana Santa de Zamora se caracteriza por su sobriedad, austeridad, silencio… Y posiblemente el día en que mejor se manifiestan estas cualidades sea el Miércoles Santo.

Cuando el sol comenzaba a despedirse del día entre oscuras nubes, la Plaza de la Seo zamorana comenzaba a teñirse de rojo y blanco para llevar a cabo el mayor acto de compromiso y penitencia de cuantas se realizan en nuestra semana de pasión, el Juramento.

 
Con la rodilla postrada en el suelo, los hermanos bajo la intimidad del caperuz dicen aquello de "sí, juramos", pero es toda la ciudad la que se compromete a guardar silencio. Silencio y devoción ante la imponente imagen del Santísimo Cristo de las Injurias, el Señor de Zamora.  Un juramento que va mucho más allá del silencio. Un juramento para renovar esperanzas y descargar sobre la fe la cruz propia de cada uno. La que se lleva con la penitencia del día a día, aquella que se realiza sin caperuces ni hachones. Un juramento que se realiza con la vista puesta en la imagen de un Cristo que está con los brazos abiertos a la vida, a la esperanza y a la redención.

Una vez finalizado el juramento, son los caballos quienes se encargan de abrir el desfile para ser seguidos por la banda de tambores y las largas filas de cofrades, a quienes los heraldos recuerdan su juramento con el sutil sonido de sus clarines. Desde el pebetero surgen espirales de humo de incienso subiendo a los cielos, santificando las rúas y calles, llenando de fe y devoción cada rincón de Zamora.


El cielo, vestido de luto, llora la muerte del Señor y de estas tierras olvidadas. No quiere perderse esta bella estampa de un funeral tallado con el cincel de la austeridad zamorana, que muestra unos sentimientos profundos y serios expresados a través del silencio. Este año no se completa el recorrido, pero aun así la ciudad guarda silencio. Desde la Plaza Mayor el cortejo se dirige hacia el Museo para que allí, ya en manos de la Real Cofradía del Santo Entierro, espere su regreso a la Catedral en la tarde del Viernes Santo.

Y así, en silencio, por las calles románicas de nuestra ciudad, sufre, agoniza y muere Cristo en la cruz.

Texto: Miguel Ángel Rosón
Foto Catedral: Miguel Ángel Rosón
Foto procesión: Ismael Hernández

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