jueves, 20 de abril de 2017

Lunes Santo: El Momento de Estar Con Dios

Hay muy pocos momentos en la vida en los que realmente crees estar con Dios. La noche del Lunes Santo zamorano, es uno de ellos.


Miles de personas contemplan en silencio y con asombro, el camino que toma la Hermandad Penitencial del Stmo. Cristo de la Buena Muerte. Esperan horas para poder respirar el olor de las teas o poder apreciar el sonido de los tambores, que suenan a muerte… Pero una muerte dulce, sin dolores.

¿Cómo puede comunicar tanto una procesión con tan pocas palabras? ¿Con tanto silencio? ¿Cómo es capaz de reunir a tantas personas, en una calle antes emblemática y ahora abandonada, como Balborraz?

Balborraz es la que disfruta más que nadie, pues echa de menos esos momentos. Momentos en los que fue protagonista de tantas y tantas vivencias de los zamoranos. Momentos en los que acompañaba a las gentes de un humilde pueblo a subirlos hasta la Plaza Mayor. Momentos que se quedan en recuerdos. Y es que ya hace tanto tiempo…

Las teas alumbran el camino. Van indicando a los pies descalzos de los hermanos, cómo llegar a la Plaza de Santa Lucía. La que fuese la arteria principal de la judería, protagoniza uno de los momentos más amargos y dulces de toda la Semana Santa.

Amargo, porque recordamos el momento en el que Cristo murió. Dulce, porque estamos con Él.

La Plaza, abarrotada. Los balcones, abiertos. La muralla, protegida por las gentes que se han agrupado para comenzar el viaje. Las lágrimas recorren las mejillas de cientos de personas cuando se oye una palabra. Y es que una palabra, puede cambiarlo todo: “Jerusalem”.

Esa palabra es el transporte perfecto para llegar a Dios: Mirarle, escucharle, tocarle… estar con Él.

Arriba, la luna llena lanza con fuerza su luz para alumbrar, todavía más, la escena. Muchas son las veces que el ser humano va a la luna, pero una noche al año, es la luna la que viene para estar con nosotros. Quiere colaborar de alguna manera.

Tras 6 intensos y respetuosos minutos, las teas continúan su camino por las viejas cuestas y calles estrechas que, normalmente, están vacías y tristes… Pero no esta noche.

No esta noche. Esta noche nos agolpamos para verle a Él, para oírle a través de los sonidos de los tambores, que no son más que los últimos latidos que dio antes de morir.

Esta noche es la noche. La noche en la que podemos estar con Él. La noche en la que existe ése momento… el momento de estar con Dios.


Texto: Óscar Antón
Foto: Horacio Navas
Vídeo: Héctor Antón

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