sábado, 2 de mayo de 2020

El recuerdo de un Viernes Santo

Comienza un nuevo día, enciendo mi ordenador y pongo La Saeta y doy comienzo a mi crónica de hoy. Hace dos años quizá no pensé que esta marcha iba a ser tan especial para mí. Siempre tenía en mente otras como la marcha de Thalberg o La Muerte no es el final, pero tengo que admitir que la saeta siempre la voy a llevar en mi corazón.

Todo comenzó hace dos años, como corre el tiempo, se pasa más rápido de lo que pensamos cuando hay alrededor buenos momentos. Lo que jamás pensé que tú ibas a encargarte de cambiarla tanto. Recuerdo ese 2018, cuando el destino después de diez años hizo que nos cruzáramos en las Tres cruces, tú estabas saliendo del paso Jesús Nazareno para poder descansar del trayecto de la procesión junto al resto de cargadores y yo pasaba cerca de ti para ir hacer las fotos a todos los pasos. Un simple hola fue el comienzo de tanto. Quien me iba a decir a mí que acabaría siendo pareja de ese cargador, de ese chico que conozco desde hace diez años y que cada día hace que mis días sean especiales.

El año pasado fue más especial aún, recuerdo ese día como si lo estuviera viviendo ahora mismo. A las tres de la mañana comenzaron los nervios porque llegaba el momento tan ansiado. Tú ibas al museo, con tu paraguas porque en ese momento estaba lloviendo y con muchas ganas de que parase por poder disfrutarlo. Mientras tanto yo estaba en mi casa viendo a mi padre como se ponía su túnica y luego iba junto a Dani al encuentro del resto de cofrades. Por desgracia seguía lloviendo, en general todos queríamos que parase de llover y yo me escape un momento hacia el museo para poder verte. Recuerdo que estabas serio, concentrado quizás, pero nervioso a la vez, con energía, con ganas de llevar tu paso entre los hombros, para poder sentir esos sentimientos que os recorre a los cargadores por dentro, y como no de poder bailarlo ante mí y ante todos los zamoranos y transeúntes que estábamos por las calles de Zamora.

Después de un rato la lluvia paro y nos fuimos mi prima y yo a ver la procesión por San Torcuato. Llegaba el primer paso La Caída y también fue muy bonito que tu padre y nuestro amigo me bailaran el paso frente a mis ojos! Gracias! Continuaba la procesión cuando ya venias tu con Jesús Nazareno en tus hombros, quizá en ese momento no era consciente del sentimiento que transmitía ese instante al ser tu el que lo bailabas, pero sé que luego sería todo mucho mejor. Una vez que paso la procesión fui hacia las Tres Cruces de camino a tu paso cuando estabais en el descanso, esta vez como tu novia, no hubo un simple hola, hubo miradas, caricias y abrazos de orgullo por lo bien que lo habías hecho. Estaba tan feliz que nadie se lo puede imaginar.


Más tarde, después de estar haciendo un par de fotos, volví hacia a ti para decirte que te iba a ver de nuevo, esta vez en Santa Clara. A la vuelta cuando están de camino a la plaza mayor ya esta diferente, un poco apenada porque la procesión iba a finalizar pero a la vez ilusionada. El sonido de las cornetas y tambores se escuchaban por toda la calle y todas las personas ya nos preparábamos para verla de nuevo en mi caso otra vez. Los niños se movían al ritmo del sonido, otros miraban con sorpresa y curiosidad, algunas personas no tan niñas también marcaban el ritmo. Otro de los sonidos especiales es el Merlú que te da la vida, mientras los cargadores descansan.

Llego el momento cuando estabas frente a mí se me saltaron las lagrimas, tenía muchos recuerdos que me venían a la mente, con una felicidad infinita. Te encanto ver ese momento porque fue más especial que el primero, mi reacción te lo dijo todo. Estaba muy orgullosa de ti. Seguido, llegaba Dani junto a mi padre, para él era su primera vez, fue todo un campeón aguanto toda la procesión con lo pequeño que era. Me encanto ver como ambos disfrutaban de su compañía, uno por estar con Dani y el otro por estar junto a mi padre. Finalizada la procesión, tu padre me regalo la rosa, pero me gusto mucho mas el detalle que tuviste con mi madre regalándosela a ella.

Este año por desgracia no ha sido especial ni para nosotros dos y tampoco para los zamoranos con lo que estamos viviendo actualmente. Sé que para ti el viernes santo era tan especial y por eso quería recordar este momento que hace que nos olvidemos por un momento de lo malo que tenemos alrededor.

Con esto ya finalizo diciendo que eres el mejor compañero de vida que puedo llegar a tener y quiero tenerte cerca para que seas al primero que vaya abrazar cuando toda esta pesadilla acabe.


Texto y foto: Déborah González

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