Ya cuelgan los reposteros de los
balcones del Ayuntamiento.
Ya están fuera las túnicas con
sus respectivos hachones, faroles, cruces o tulipas.
Ya huele por el tramo de Santa
Clara a almendras garrapiñadas, en Tres Cruces, por otro lado, se van preparando
las sopas de ajo, mientras que en la zona del casco antiguo ya huele a
incienso.
Las Cofradías y Hermandades
ultiman ya los preparativos para que sus imágenes estén listas para
procesionar.
Las bandas ya dan los últimos
retoques a sus instrumentos, con los que nos harán vibrar con cada nota.
A los Barandales se les
escucha ya ensayando con sus esquilas, calle arriba, calle abajo, para que todo
salga a pedir de boca.
Los fotógrafos ya están
impacientes por apretar el obturador de sus cámaras para sacar las mejores
instantáneas.
Y es que damas, caballeros,
niños, niñas, ya tenemos aquí los diez días más esperados por todos los
zamoranos. Nuestra pasión. La Semana Santa.
Para la mayoría, un año más, el
cual por suerte se podrán vestir con esa túnica que tanto les gusta para poder
salir con su imagen de devoción, haciéndolo como si fuese el último año que lo
hacen, ya que por desgracia, otros nos han dejado por el camino.
Para otros será su primer año,
ese día tan esperado desde que se apuntaron en la cofradía, y día el cual por
fin ha llegado, indiferentemente de la edad, tanto niños como más mayores
tienen la misma ilusión de desfilar en su primer año.
Mencionar también a aquellas
personas que sin ellos tampoco sería posible esto; los hermanos de paso, que
tanto por ser la primera vez, como por llevar más años debajo del paso, ya
están deseosos de sacar a hombros su imagen de devoción, esos que al terminar
derrochan lagrimas que no son de sufrimiento, son de emoción.
Y es que apenas quedan ya unas horas
para que El Mozo salga de su hogar y se dirija dirección a La Catedral mientras
que la banda de música le acompaña entonando “El Nazareno de San Frontis”, allí
le espera su madre, querida por muchos zamoranos; La Esperanza.
Unos días donde nada rompe el
silencio en las lúgubres noches, tan solo el sonido de los pasos de los
hermanos, del campanil, de las carracas, de los tambores destemplados y de los
coros se atreven a romperlo. Porque el resto juramos guardar silencio.
Una semana en la que todo el
mundo se reúne con sus seres queridos, familia, amigos, también con aquellos
que se han acercado en estas fechas ya que la distancia les separa de su Semana
Santa. Destacar también la emoción de los más pequeños, la cual, en mi opinión
es una de las cosas que mantiene viva esta pasión.
Todo esto junto, donde cada uno
aporta su granito de arena es lo que forma nuestra pasión, nuestra gran fecha,
nuestra Semana Santa.
Zamoranos, zamoranas, salud para
este año que el tiempo nos acompañe y Feliz Semana Santa 2018.
Texto y foto: Víctor
Garrido
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