Desperté, abrí mis ojos y me
levanté. Tiré de la persiana y miré el cielo, preocupado por saber si podríamos
salir con la procesión, pues a las 10h de la mañana desde la Capilla del
Cementerio, iniciamos la procesión de la Borriquita de Villaralbo… de pronto
me di cuenta, este año no, y como una losa todo mi mundo se paró, y el Domingo
de Ramos así comenzó.
Siempre digo que los días de
Semana Santa tienen algo especial, cada día tiene lo suyo, pero para mí, uno de
esos días es sin duda el Domingo de Ramos. También para mis hijas, con las
quien comparto esta Pasión, que trato de transmitirles para que la cojan como
una enseñanza de las más importantes de su vida.
Domingo de Ramos en el que
andamos a caballo entre Villaralbo y Zamora, pues como antes decía, Jesús en su
Entrada en Jerusalén primero ataja por nuestro humilde pueblo para dejar una
bella estampa de Jesús sobre la borriquita. Es la Cofradía de Jesús Triunfante
la que sale a la calle con el rojo y blanco sobre sus túnicas y con un buen
puñado de niños hebreos que agitan sus palmas para dar la bienvenida a nuestro
Rey. El cielo nos hubiese dado un respiro hoy y podríamos haber salido, haber
llevado el Evangelio a la calle, hoy es nuestro día, hoy es su día, el día de
los niños.
Casi como un rayo, pasan las
horas entre las dos procesiones y toca ponerse otra túnica, una de Rojo
Cardenal sobre Blanco Nacarado, pues como siempre sucede, toca comer un poco a
la “ligera” para irnos a la otra procesión, de la que también toda la familia
somos Cofrades, nuestra Borriquita de Zamora.
Siempre un momento especial, ese
momento en que todos los años nos vestimos para acompañar a Jesús entrando en
la Jerusalén de Zamora, ajustando el pañuelo, ciñiendo el fajín para que no se
mueva, y colocándonos la capa. Ese caminar hasta el museo de Semana Santa que
se vuelve tan especial, pues es el más especial que recuerdo de todas las
procesiones, será la hora, será el día, será la procesión, no lo sé, pues en
este día Zamora es especial.
Hoy hubiese sido la primera
procesión de la Borriquita para mi hija pequeña Altea, pues el pasado año,
estaba malita y no pudo salir; este año ha querido el destino que tampoco se
logre, pero se de buena tinta, que el próximo año si podrá acompañar a Jesús,
con su pequeña palma, quizás a mi lado junto a la Cruz Guía.
Es una tarde de algarabía, de
palmas, olivos, ropa nueva, incienso…. De olores que inundan Santa Clara, sobre
todo a garrapiñadas, que se funden a borbotones entre la multitud de puestos
callejeros por la calle principal.
Hoy no habría podido ser, pues la
lluvia que hizo presencia en la tarde, nos hubiese dejado con la primera
procesión de esta Semana Santa 2020 que se hubiese suspendido por la lluvia.
Ya toca despedirse, y la
despedida se hace en la puerta del museo, con la llegada del paso a los sones
de “La Pilarica” y lentamente entre cientos de palmas agitadas con fuerza, “La
Borriquita” encara la puerta del museo para despedirse hasta otro año. Siempre
se escapa una lágrima, la primera, no se puede controlar, y así a los sones del
“Himno Nacional” Jesús se esconde tras las puertas del museo, en la que hubiese
sido su última entrada tal como lo conocemos.
El Domingo de Ramos acabó con un
cielo gris y lluvioso pero …. siempre hay un final para el mal, y cada día está
más cerca, no lo dudéis.
Hasta otro año…
A mis hijas Verónica y Altea.
Texto: Juan Manuel Bragado
Foto: Jesús Salvador
Dibujo: Anselmo Esteban
No hay comentarios:
Publicar un comentario