Zamora sufrió ayer una noticia que sentó
como una jarra de agua fría: El primer año que muchos recordaremos toda nuestra
vida como una Semana Santa en casa, independientemente de las condiciones
meteorológicas.
Ya no habrá Barandales que anuncie el
sonido de las procesiones, ni Merlús que nos despierten el Viernes Santo a la
madrugada, ni Clarines que resuenen, ni manchas de la cera de las velas de los
penitentes por las calles que transitan, ni olor a incienso, ni imágenes
caminando al son de melodías melancólicas, ni garrapiñadas, ni nada…Este año
será distinto.
Si queremos rememorar recuerdos, tendremos
que ver las fotos de años anteriores que hayamos hecho, o esperar a que alguna
cadena de televisión nos retransmita algún reportaje, porque este año 2020 nos
han destruido la ilusión que teníamos.
No obstante, aunque la Esperanza es lo
último que se pierde, algunos ya están sumidos en la más profunda Soledad,
Angustia y Amargura solo de pensar que faltan 376 días para el próximo traslado
que vean nuestros ojos, para que todo vuelva a ser tan bello como hasta ahora y
reine la Alegría en nuestros corazones.
Nos queda mucho para vivir esos momentos
que todos ansiamos, pero debido a la epidemia que está arrasando miles de
vidas, sólo nos queda resignarnos. Sin embargo, quien quiera vivir la Semana
Santa, buscará las formas para hacerlo. En casa también se puede vivir. No será
lo mismo, evidentemente, pero no queda otra.
Por lo tanto, hagamos a partir de ahora
más amena la espera compartiendo nuestros más bellos momentos de años
anteriores para sobrellevar esta pena con la mayor alegría posible.
Texto y fotos: Verónica Viñuela
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